domingo, febrero 19, 2006

Fin de semana enfermo. Una faringitis se me agarró al cuello como un perro y me dejó sin voz, ( lo cual en mí no suele ser excesivamente importante ) y sin fuerzas. Unas décimas de fiebre me dejaron como si hubiese pasado un tren por encima y con los análgesicos un sueño excesivo me venció. Casi todo el sábado durmiendo. Hoy domingo algo mejor, pero aún me duelen los huesos. De vez en cuando, la enfermedad nos recuerda que somos frágiles, sentimos cada poro de la piel y pensamos que un desconocido miasma o diminuto ser puede más que la más feroz de las fieras. Saludos.

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